La buena fe es un principio fundamental en todos los contratos de seguros, que exige a las partes involucradas actuar con sinceridad y transparencia. Esto implica que no deben interpretar de manera arbitraria el significado de los términos establecidos en el contrato, ni exagerar o limitar los efectos que podrían surgir de la voluntad expresada por los contratantes al asumir sus obligaciones.